La lidia es una lucha con armas iguales, la astucia contra la fuerza. Es también una lucha con suertes desiguales puesto que ilustra la
superioridad de la inteligencia humana sobre la fuerza bruta del toro. La corrida de toros no es una competición deportiva en la que el
resultado habría de quedar imprevisible. Es una ceremonia en la que el
final se conoce de antemano: el animal debe morir, el hombre no debe
morir (aunque puede suceder, que un torero muriera de manera accidental,
y que un toro, de manera excepcional sea indultado por su bravura).
Esta es la moral de la lidia.
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