A ti, tú que te llamas antitaurino y nunca has tenido el menor contacto
con un toro. A ti, que dices que defiendes a un animal del que solo te
acuerdas cuando toca ir de manifestación... A ti, que para atacar lo que
consideras un espectáculo desagradable solo se te ocurre desnudarte y
cubrirte de tomate...
A ti ...te lo digo, sí, a ti, desde el respeto
que los que nos denominamos aficionados practicamos hacia vosotros...
Siéntate un día con un torero, habla con él, escúchale... Solo así
podrás saber que es amar a un animal, vivir por él.
Déjale que te
cuente como cuando todavía era un niño dejó aparcados los juguetes y
decidió empezar a jugarse la vida... Pregúntale porqué prefirió olvidar
su juventud para sacrificarse por un sueño, uno que sabía de antemano
sería prácticamente imposible de alcanzar. Intenta comprender lo que
significa olvidarte de todo... hasta de ti mismo, pensando, viviendo y
soñando con ese animal que tú tanto defiendes... Imagínate alejado de tu
familia, de tus amigos, de tu tierra y de tu gente. Y una tarde de
invierno, abrígate y vete al campo con él, mira cómo nace ese animal al
que tanta devoción le profesas y observa cómo te embiste cuando todavía
no tiene fuerzas para ponerse en pie... la próxima vez, no podrás decir
que no nació para luchar, que no tiene instinto...
Pasa tardes, meses
y años pensando en él al levantarte y soñando con él cuando llegue el
final del día... Pierde mujeres, amigo y familia que nunca llegaron a
entender que lo antepusieras sobre todo, que te quisieron con locura
pero que no pudieron soportar tus ausencias, que lo intentaron por todos
los medios, pero que nunca llegaron a entender esa obsesión que les
dejaba siempre en un segundo plano y te convirtió en un ser siempre
pensativo y solitario... Más tarde, dile al torero que te lleve unos
días a su retiro invernal en el campo y pídele que te presente a un
ganadero. Te acogerá sin pensarlo en su casa y te contará la verdad de
la vida del toro, es el único que te puede explicar cómo viven, como
luchan entre ellos, como se afanan por ser los mejores en ese albero que
para ti es un matadero. Probablemente entre los dos te aburrirán de
historias de tentaderos, de tardes de gloria y de noches de decepción
porque las cosas no salieron como esperaban. Cuando llegue el amanecer
ellos seguirán contándote anécdotas cuyo único protagonista será siempre
el mismo. El toro.
Si después de todo esto todavía tienes fuerza,
sal al campo ponte cara a cara con un toro, frente a él, a pecho
descubierto, mírale a los ojos e intenta adivinar que es lo que piensa
hacer... Imagínate solo por un momento el dolor de una cornada... Estate
dispuesto, convencido y mentalizado de dejarte matar... Después vuelve a
tu casa. En la próxima manifestación, desnúdate, échate tomate por
encima, ponte unas falsas banderillas, alza la voz y mantén que
defiendes al toro bravo, que lo amas... Mientras estés desgañitándote en
esa manifestación habrá un torero llorando porque no supo entender un
toro, habrá un ganadero defendiendo una camada que si no fuera lidiada
en la plaza hubiera muerto hace tiempo, habrá un mayoral dándole de
comer a cien animales a los que conoce por su nombre y, con los ojos
cerrados, habrá un chaval haciendo autostop para ir a un tentadero,
habrá una persona jugándose la vida en la plaza, habrá mil, dos mil,
cinco mil personas disfrutando de un Arte maravilloso, de una
sensibilidad extrema, de unas muñecas prodigiosas, de un baile que solo
pueden bailar los valientes... Pero sois vosotros los que defendéis al
toro bravo... No juguéis con su futuro porque estáis jugando con el
futuro de mucha gente que vive solo para que ese animal respire.
No quiero con este alegato convenceros de nada. No intentéis convencerme a mí de que nosotros no amamos al toro bravo.
Tomado de: http://www.asotauro.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario