La sensibilidad no es un argumento y sin embargo es la razón más fuerte
que se puede oponer contra las corridas de toros. El problema consiste
en saber si es suficiente.
Una cosa es prohibirse a sí mismo ir a las plazas de toros y otra muy distinta ¡querer prohibir el acceso a los demás!
Algunos pueden no
soportar ver o imaginar a un animal herido o muriendo, este
sentimiento es perfectamente respetable, y no cabe duda de que la mayor
parte de los que se oponen a las corridas de toros son seres sensibles
que sufren cuando imaginan al toro sufriendo. El
aficionado tiene que admitirlo, mucha gente se conmueve, e incluso
algunos se indignan con la idea de las corridas de toros. Pero los adversarios de las corridas de toros
tienen que saber que los aficionados compartimos ese sentimiento. Sin
duda, esto es algo difícil de creer por todos aquéllos que piensan que asistir a la muerte pública de un animal (lo que es un
aspecto esencial de las corridas de toros) sólo lo pueden hacer gentes
crueles, sin piedad, sin corazón. Sin
embargo es absolutamente cierto, el aficionado no experimenta ningún
tipo de placer con el sufrimiento de los animales.
Tomado de: http://www.voyalostoros.com/productos-taurinos.html#sensibilidades
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